Entre
las almas eminentemente eucarísticas que han enriquecido a la Iglesia,
encontramos a Sor Ambrosina de San Carlos, perteneciente a la Congregación de
las Religiosas de Jesús Redentor.
Nacida
en Maránola (Formia) ITALIA, después de trascurrir la infancia y la juventud
trabajando en el campo con su familia, sintió fuertemente la llamada a
consagrarse a Dios y superando la oposición del padre, consiguió realizar el
proyecto que el Señor le estaba mostrando, donándose por completo al Amor.
La vía
del sufrimiento físico y moral fue el camino real que la condujo a hacer de su
vida un don absoluto al amor que para ella fue “fuerte como la muerte”.
En el
amor encontró todo: la fuerza para sobrellevar la enfermedad, la incomprensión
y la soledad; la energía para consolar a los que se acercaban a ella; la
alegría para cumplir siempre la voluntad de Dios.
Su vida
estuvo profundamente impregnada del carisma fundacional, eucarístico-reparador.
A pesar de su modesta preparación académica, con la fuerza y las enseñanzas del
Espíritu consiguió realizar en sí misma el modelo específico de consagrada de
su familia religiosa.
Su gran
deseo era hacer conocer a todos el Amor de Dios, su ternura y su misericordia.
El
Señor la llamó a sí el 26 de marzo de 1954. Sus restos mortales están en la
iglesia de la Anunciata de Maránola.
Su fama de santidad se extendió rápidamente después de su muerte; muchos son
los testimonios de gracias y favores obtenidos por su intercesión.
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